
MÁS ALLÁ DE LA INFIDELIDAD TRADICIONAL

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana hablaremos sobre uno de los secretos más ocultos en las parejas: las infidelidades.
Tradicionalmente, se ha considerado que solo existe infidelidad cuando se produce un encuentro sexual entre uno de los miembros de la pareja y otra persona. Sin embargo, existen otros tipos de infidelidades que pueden llegar a generarnos tanto o más malestar de lo que lo haría una infidelidad sexual, y que no tienen por qué conllevar ningún encuentro físico.
Para situarnos ¿qué es la infidelidad en sentido estricto? La palabra infidelidad proviene del latín infidelitas formado por in (negación) y fidelitas (fidelidad). Por tanto, se entiende que la palabra significa literalmente: el incumplimiento de la fidelidad; y podríamos desarrollarla un poco más como el incumplimiento del supuesto de exclusividad de tu pareja romántica o primaria en aspectos de intimidad emocional o sexual.
Algunos tipos de infidelidad que varios autores han distinguido, entre otros, son:
– Infidelidad sexual: ocurre cuando un individuo tiene una involucración sexual fuera de su relación sin el consentimiento de su pareja primaria.
– Infidelidad emocional: ocurre cuando una persona con pareja emplea su tiempo, atención, romanticismo y expresiones de afecto hacia una persona que no es su pareja primaria.
– Infidelidad cibernética o en las redes sociales: proceso en el que una persona involucrada en una relación de compromiso utiliza un contacto interactivo a través de las redes sociales (por ejemplo, Facebook, Instagram, WhatsApp, plataformas de citas, etc) para tener contacto emocional y/o sexual con una persona que no sea la pareja primaria.
Por tanto, aunque son formas diferentes de llevar a cabo una infidelidad, todas ellas tienen un claro aspecto común: la violación de un pacto o acuerdo establecido con tu pareja y tal vez, su posible ocultación; ya sea en la esfera sexual, emocional, o cibernética.
Y aunque sí están establecidas unas definiciones de infidelidad, este concepto es flexible dentro de una relación, es decir, depende de cada pareja. Además, es necesario tener en cuenta que el valor que se le otorga a la infidelidad depende del punto de vista de cada cultura, de tal manera que puede ser interpretado como una falta de respeto o acto negativo por algunas sociedades, mientras que para otras no implica la violación de las reglas establecidas que se han mantenido de generación en generación. Se añade a esto el amplio abanico actual de nuevos modelos de relaciones, en los que pueden existir límites diferentes a los establecidos tradicionalmente; como por ejemplo el poliamor.
Debido al cóctel de tradición, influencia social y aprendizaje vital, es por el que en muchas ocasiones damos por compartidos los límites (qué no y qué sí) que deben darse en una relación de pareja, y por tanto, es menos probable que no los saquemos a relucir a través de la comunicación. Esta consideración puede conducirnos a muchos malentendidos, ya que es un gran error dar por hecho que una persona y tú compartís las mismas ideas sobre lo que es o no una relación de pareja, los límites de esta, o qué se considera infidelidad. Es por ello que en muchas ocasiones se producen roturas de unos “límites implícitos”, es decir, los límites o ideas que nosotros inferimos, por el mero hecho de estar en una relación de compromiso, pero que no se han hablado y compartido.
En una pareja sana, independientemente del grado de compromiso o de la fase de la relación en la que se encuentren, los canales de comunicación permanecen abiertos y ninguno de los dos tiene miedo de confesar inconformidad o desagrado con aspectos del otro. De tal forma que en este tipo de relaciones de pareja, los acuerdos se vuelven explícitos: se hablan, se debaten, se acuerdan y se pactan. Se sacan a relucir las diferencias y semejanzas respecto a situaciones o consideraciones de qué es o no infidelidad, llegando a unos acuerdos. Mediante la comunicación se conoce a la persona, se expresan inquietudes, necesidades y/o expectativas de manera clara. Es sano no dar por hecho, es sano comunicar y es sano conocer los límites de la otra persona. Solo a través del poder que nos ofrece la comunicación, sabremos si compartimos los mismos límites, y en caso de discrepancia, tener la capacidad de elegir. Recuerda que lo que significa para ti tener una pareja, no tiene por qué ser igual para la otra parte.
Valora los beneficios de tener una conversación “incómoda”, y a cambio construir relaciones sanas.
Araceli Cruz Martínez, psicóloga de PSICARA.