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Javier Ibañez Vidal
julio 2, 2025

CARTA A QUIENES HAN PERDIDO A UN SER QUERIDO POR SUICIDIO. CUANDO EL SILENCIO DUELE

Tiempo de lectura: 4 minutos

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana hablaremos de una de las realidades más silenciadas de la conducta suicida: la vivencia de los familiares y amigos de una persona que ha muerto por suicidio, también conocidos como supervivientes por suicidio.

Nunca he pasado por la muerte por suicidio de un ser querido. Y es difícil de imaginar el dolor que acarrea una pérdida así. Pero como profesional que trabaja en el ámbito de la conducta suicida, y que tiene la suerte de acompañar a personas que transitan por este proceso, me gustaría dedicarte estas líneas a ti. A ti que has perdido a un ser querido por suicidio.

“Querida persona que estás leyendo esto,

No sé tu nombre, ni a quién perdiste. No sé si fue tu hijo, tu hermana, tu padre, tu pareja, tu amiga del alma. No sé si han pasado semanas, meses o años desde aquel día que lo cambió todo. Pero sí sé que estás atravesando uno de los duelos más complejos que puede vivir un ser humano. Un adiós que dejó un silencio difícil de mirar de frente: perder a alguien por suicidio.

Hay despedidas que se entienden. Y hay otras que nos dejan con la respiración entrecortada, intentando encajar las piezas de un rompecabezas que, por más que lo miremos, no termina de cerrar. El suicidio de alguien a quien queremos es una de esas despedidas.

Y si eres tú quien está pasando por esta pérdida, seguramente te sientas triste. Probablemente experimentes una sensación de vacío y soledad, de que nadie va a poder entender lo que estás viviendo. Quizás te habrás dado cuenta de que cosas que antes pasaban desapercibidas ahora te irritan, te sobrepasan. Puede incluso que haya aparecido enfado: hacia tu ser querido, hacia ti mismo, hacia Dios si crees en él, o hacia el mundo entero. Y todo eso es completamente normal. Forma parte del proceso que estás atravesando.

Quiero decirte que no estás solo o sola, aunque la sensación sea precisamente esa: la de estar en medio del mundo con un dolor que nadie parece comprender del todo. Sé que el silencio pesa. Que hay una incomodidad que flota en el aire cuando se nombra la muerte por suicidio. Puede que hayas sentido vergüenza, o que percibas que los demás se alejan, que evitan mirarte a los ojos o que hacen comentarios desafortunados.

Porque sí, duele la pérdida, pero también duele la culpa, la rabia, la vergüenza, el miedo, el silencio. Duele que la gente no sepa qué decirte. Duele que no hablen. O que hablen demasiado. Duele no saber qué hacer con todo lo que sientes. Y eso, que ya de por sí duele, puede hacerlo todo más difícil. Pero quiero que sepas que no es por ti. Normalmente, la gente simplemente no sabe cómo actuar ante un dolor tan grande.

Y luego están los porqués. Las preguntas sin respuesta. La sensación de que, si tan solo hubieras hecho algo diferente, todo habría cambiado. Puede que te sientas culpable, que aparezcan los “y si…” o los “debería…”. Pero lo cierto es que muchas veces juzgamos a nuestro “yo del pasado” con la información del “yo del presente”, con información que entonces no teníamos. Y eso, sin darnos cuenta, nos machaca.

Del mismo modo, puede que te sientas como si hubieras fallado: como madre o padre, como pareja, como hijo o hija, como hermano o hermana. Pero lo hiciste lo mejor que pudiste, con la información y las herramientas que tenías en ese momento.

Y es importante que recuerdes esto: aunque a veces te sientas responsable, el suicidio es un fenómeno multicausal influido por diferentes circunstancias. No hay una única razón, ni una única explicación. Suele estar vinculado a una situación de sufrimiento profundo, muchas veces invisible, que nubla la capacidad de afrontamiento y la toma de decisiones.

Quizás, incluso te hayan venido también pensamientos de suicidio. No es extraño en quienes atraviesan estas situaciones. Pero si te pasa, por favor, pide ayuda. No tienes que cargar con todo esto tú solo. Hablar sana. Aunque parezca que no. Aunque las palabras se queden cortas. Aunque la voz se quiebre. Aunque a veces solo puedas decir: “No puedo más”. Busca a quienes puedan escucharte sin juzgar. A veces será un amigo. A veces, un grupo de apoyo. A veces, un psicólogo. A veces, estas líneas. A veces no buscamos soluciones inmediatas, solo un lugar seguro donde poder ser y sentir.

Pasa el tiempo, y notas que sigue doliendo, aunque quizás de manera más tolerable. Y quizás eso también te haga sentir culpable. Como si avanzar fuera una traición. Como si reír o tener un día bueno significara que estás olvidando. Pero permíteme recordarte algo importante: la muerte no acaba con la relación con tu ser querido. La transforma. Avanzar no es sinónimo de olvidar. Nunca lo vas a olvidar, ya que siempre estará en tu memoria. Seguir adelante solo significa aprender a vivir de otra manera, integrando su recuerdo en tu historia.

Querida persona que sobrevives: tu dolor es válido. Tu camino es único. No hay forma correcta o incorrecta de transitar este duelo. Hay días en los que sentirás que das un paso, y otros en los que sientas que retrocedes. Habrá momentos de calma y otros de oleaje. Y todo eso forma parte de este proceso tan humano y tan complejo que es despedirse sin querer decir adiós.

No estás rota. Estás herida. Y aunque nada vuelva a ser exactamente igual, eso no significa que no puedas salir adelante.

Estamos aquí.

Con respeto, con cuidado, con ternura.

Javier Ibáñez Vidal.”

Si eres superviviente de suicidio, tienes derecho a poder hablar sobre ello y a sentirte escuchado. Los grupos terapéuticos de apoyo son contextos de seguridad supervisados por un psicólogo o psicóloga, en los que podrás sentirte acogido por otras personas que también han podido pasar por situaciones similares y eso puede ayudarte a transitar por tu duelo. Puedes asistir a nuestros grupos de supervivientes, todos ellos gratuitos, en Teruel, Zaragoza y Huesca. Para ello contacta con nosotros en el 624665124 o encuentra más información en www.psicara.comEstamos aquí para ayudarte.

Si tienes pensamientos de suicidio, pide ayuda. Pide ayuda a un amigo, a un familiar, a tu médico de cabecera o a un psicólogo. También tienes recursos gratuitos y disponibles las 24 horas si lo necesitas como el 024 o el Teléfono de la Esperanza (717 003 717).

Ante el silencio, sus voces; y ante la culpa, nuestro apoyo.

Javier Ibáñez Vidal, psicólogo de PSICARA.