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Nuria Latorre Latorre
junio 18, 2025

¿NOS SENTIMOS SOLOS Y SOLAS? SOLEDAD NO DESEADA

Tiempo de lectura: 3 minutos

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología.

La semana pasada fue el “V aniversario del programa Acompañando-T”, con origen en la ciudad de Teruel e impulsado de la mano de la Federación de Asociaciones Vecinales y Culturales de Teruel, con quienes tenemos el placer de colaborar continuamente. Este espacio de hoy lo quiero dedicar a seguir visibilizando uno de los objetivos del mutuo trabajo que llevamos haciendo este tiempo entre entidades: cuidar la salud mental de las personas en soledad no deseada.

Si hablamos de salud mental, los datos apuntan a que 1 de cada 4 personas a lo largo de su vida va a desarrollar un trastorno mental. Esta prevalencia siempre me ha parecido muy grave, pero poniéndome a investigar más sobre la soledad, según el último informe publicado en 2024 por la Confederación de Salud Mental en España, 1 de cada 5 personas sufren soledad no deseada actualmente y un 13, 5% de la población sufren soledad crónica, es decir, soledad desde dos o más años. Si juntamos estos datos, la situación en España resulta crítica. No pretendo generar una sensación de alerta, pero sí poner sobre la mesa esta realidad para reflexionar sobre ello.

Antes de continuar es necesario concretar qué es la soledad. Tal vez podríamos pensar “a mí me gusta tener ratos en soledad” o “agradezco momentos en silencio, sin nadie más, al finalizar el día”. Esta forma de soledad genera emociones agradables, pero en este caso se hablaría de esa soledad elegida, la cual aporta muchos beneficios. Sin embargo, en esta ocasión y la que resulta alarmante con los datos anteriormente expuestos, es esa soledad no deseada que trae consigo una percepción de falta de apoyo social y aislamiento, y por tanto consecuencias en nuestro bienestar emocional.

Continuando con esta definición, vamos a hacer un pequeño ejercicio. Te voy a pedir que imagines a una persona que siente esa soledad no elegida, ¿dónde te la imaginas? ¿Cómo te imaginas que ha sido su historia de vida hasta ese momento? ¿qué expresa en su cara? ¿Cuántos años tiene esa persona? ¿Lo tienes? Una vez realizada esta visualización, puede que te hayas imaginado una persona mayor, en su casa sentada y con una expresión más bien triste. Si esto ha sido así, acabas de caer en un gran mito: “la soledad no deseada sólo la sienten las personas de la tercera edad”. Un dato que desmitifica esto es que en España el 25,5% de la juventud española de entre 16 y 29 años se siente sola, según el estudio anteriormente mencionado del año 2024.

Independientemente de la edad, en consulta, algunas de las frases que más escucho son las siguientes:

“Siento que no le importo a nadie”

“No soy lo suficientemente importante”

“No sé con quién hablar”

Dichas afirmaciones en ocasiones vienen de una situación real en la que la persona físicamente se encuentra distante de sus principales apoyos o no tiene una red en la que apoyarse. Sin embargo, en otras ocasiones esa sensación de soledad o incomprensión procede de los que llamamos en psicología traumas con “t” minúscula, es decir, aquellas heridas emocionales que hemos experimentado a lo largo de la vida debido a situaciones de rechazo familiar o social, acoso o crítica constante, entre otros motivos. Estas heridas hacen que nos pongamos una especie de gafas en las que interpretemos algunas cosas que ocurren en base a nuestra vivencia. Por ejemplo, una persona que haya experimentado bullying en su adolescencia quizá en su vida adulta cuando alguien le dice “hoy no puedo quedar contigo”, se le remuevan emociones pasadas y, la interpretación desde esa soledad sentida en el pasado puede ser la creencia de “no soy importante para esa persona si no ha hecho un hueco para quedar conmigo”. Podría ser este pensamiento u otra, pero esta sería una percepción de soledad no deseada que vendría de la vivencia de un trauma o herida de rechazo.

¿Cómo se generan estas heridas? Hay multitud de factores que entran en juego, pero la soledad es un factor de riesgo que agrava la sintomatología traumática, ya que somos animales sociales y es muy importante sentir red de apoyo, sobre todo en los momentos vitales de mayor dolor.

Para combatir la sensación de soledad no deseada las instituciones tienen que ponerse manos a la obra, pero también desde un plano individual tenemos mucho poder de acción. A veces hay personas que me preguntan “¿qué hago?”, “no sabía que decirle, “solo le he escuchado”, y mi respuesta siempre es la misma “¿cómo que SOLO le has escuchado?”. Damos por sentado que escuchar es lo mínimo que debemos hacer y por ello no lo valoramos, pero escuchar de forma activa a una persona supone dedicarle nuestra atención y tiempo, y eso es muy valioso. Cuando sentimos que nos escuchan y que dan valor a lo que decimos solemos sentir un gran alivio, y eso es una herramienta muy potente para que nos sintamos menos solos y solas. En relación a esta escucha, finalizo compartiendo una reflexión que leí en redes sociales y estaba escrita de forma anónima:

A veces lo que una persona necesita no es una mente brillante que le hable, sino un corazón paciente que le escuche.

 

Nuria Latorre.

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