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¿A TERAPIA? ¿YO?

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy me gustaría acercarte un poquito más a la realidad sobre buscar ayuda psicológica y todo lo que le rodea.


Se estima que una de cada cuatro personas tendrá trastorno mental a lo largo de su vida y que en el año 2030 los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. A pesar de que los datos revelan que este problema afecta y afectará a muchas personas, todavía existe un estigma hacia las personas que acuden a terapia o tienen problemas de salud mental. Tanto es así que la palabra estigma se utiliza de forma cotidiana en el área de la salud mental, aunque en realidad, se trata de un fenómeno complejo y multidimensional.


Goffman fue uno de los pioneros en escribir sobre el estigma, definiéndolo como un fenómeno social con origen en las relaciones sociales, que se forma dentro de cada sociedad y cultura, y conlleva connotaciones negativas. El estigma aparece cuando las personas ponen una serie de etiquetas y características a un colectivo y se les distingue con los estereotipos negativos que socialmente se les han asignado.


Dentro de este estigma que influye sobre la salud mental, hay que conocer que existen dos tipos. Uno es el estigma internalizado o autoestigma, que está relacionado con el proceso mediante el que las personas con problemas de salud mental internalizan y aceptan como parte de sí mismos/as las características negativas que les adjudican socialmente. Y, el otro tipo de estigma es el externalizado o social, el cual se trata de creencias que existen en la población general sobre las personas con problemas de salud mental.


Ambos tipos de estigma influyen de forma negativa sobre las personas. Consecuencia de ello es, por un lado, la posibilidad de dejar de buscar ayuda psicológica, y, por otro lado, si decidimos acudir a terapia, quizá hacerlo de forma oculta o bajo un secretismo. Esto repercute de forma directa en la calidad de vida que mantenemos, además de otras posibles consecuencias que puede derivar el estigma internalizado, tales como, sentimiento de exclusión social, falta de percepción de poder y control, sentimientos de incomprensión, vergüenza e inferioridad y una disminución de la autoestima, autoeficacia, empoderamiento y esperanza.


Ir a terapia se relaciona con tener graves problemas de salud mental, y por tanto es probable que nos aparezcan pensamientos como:

yo no tengo ningún trastorno, ¿para qué voy a ir?”, “yo no no lo necesito”, o, “a lo mejor me planteo ir, pero sin que se entere nadie


Sin embargo, esta creencia dista mucho de la realidad actual. La mayor parte de los problemas que se atienden en terapia psicológica no se distribuyen entre graves o no tan graves, cada persona tiene sus propios retos que afrontar en la vida y todos son igual de válidos, por lo que se debe prestar un cuidado y atención con la misma calidad. Por tanto, si realmente percibimos que necesitamos ayuda de un/a profesional, y nos aparecen estos pensamientos, simplemente son “historias que nos está contando nuestra cabeza”. Porque ahora ya sabes que no es la realidad, que son creencias que has podido interiorizar a partir del estigma que todavía existe en nuestra sociedad actual.


No dejarnos llevar por estas creencias es difícil porque a veces no somos conscientes de tenerlas, pero supone una barrera que nos auto-imponemos cuando pensamos en recurrir a buscar ayuda, y finalmente a veces acabamos tomando la decisión de no hacerlo por el “qué pensarán”.


Estamos hablando de nuestra calidad de vida y bienestar. Así que te pido que, aunque sea difícil, pienses en el beneficio de acudir a terapia, si piensas que lo necesitas. Y, si no, que no te sumes a este estigma hacia la salud mental que todavía está presente actualmente. Demos la misma validez al malestar a nivel psicológico que al de cualquier otra parte de nuestro cuerpo.


Nuria Latorre Latorre, psicóloga de PSICARA




REFERENCIAS


Pescosolido, B. y Martin, J. (2015). The stigma complex. Annual review of sociology, 41, 87-116.

López, M., Laviana, M. y López, A. (2009). Estigma social, violencia y personas con trastornos mentales graves. Violencia y Salud Mental. Salud mental y violencia institucional, estructural, social y colectiva. Revista AEN, 187-207.

Goffman E. 1963. Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity. Englewood Cliffs. NJ: Prentice-Hall.

Burke, E., Wood, L., Zabel, E., Clark, A. y Morrison, A. (2016). Experiences of stigma in psychosis: A qualitative analysis of service users’ perspectives. Psychosis, 8(2), 130-142.

Livingston, J. y Boyd, J. (2010). Correlates and consequences of internalized stigma for people living with mental illness: A systematic review and meta-analysis. Social Science & Medicine, 71, 2150–2161.

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