top of page
Foto del escritorPSICARA

BIENVENIDO A TU FUNERAL: ¿CÓMO QUEREMOS MORIR?

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy le voy a ceder el puesto a un “chavalín” ingresado en cuidados paliativos que, ayudado por su psicólogo, quiere aprovechar para hablar con sus padres y, ya puestos, si ayuda a alguien más “eso que se llevan”. Os dejo con la historia de este joven.


Todos vamos a morir algún día… Seguramente no es agradable de leer, pero eso no lo hace menos real. Queridos papá y mamá, sé que esto puede parecer una carta rara, y tal vez os asuste un poco, pero necesitaba hacerlo antes de que “el día” llegue. Simplemente, desde que me diagnosticaron como paciente terminal me puse a pensar en algo de lo que nunca hablamos en casa: la muerte. Sí, sé que es incómodo para unos padres hablar de la muerte de sus hijos, incluso se percibe como algo “no natural”, pero siempre me habéis dicho que soy muy maduro para mi edad. Normalmente, evitamos hablar de estas cosas, como si al mencionarlas estuviéramos invitándolas a entrar. Pero hoy quiero haceros una propuesta: hablemos de ella. Porque puede que vaya a morir pronto, pero sobre todo porque todos vamos a morir en algún momento. Y aunque suene extraño que lo diga siendo tan pequeño, ¿qué mejor manera de afrontar la vida que enfrentar, sin miedo, la muerte?


Antes de seguir con mi carta, quiero que penséis en algo: ¿alguna vez habéis imaginado cómo sería vuestro propio funeral? Tomaros un segundo y pensad en ello. No es fácil, ¿verdad? Tal vez sintáis un nudo en la garganta, un poco de incomodidad, o simplemente lo rechacéis, como si fuera un pensamiento prohibido. Pero, ¿por qué nos asusta tanto? Si sabemos que es algo inevitable, ¿por qué no hablar de ello?


No creo que lo que nos dé miedo sea la muerte en sí misma, sino lo que representa: el final, lo desconocido. Un filósofo (creo que mi psicólogo me dijo que se llamaba Ernest Becker o algo así) hablaba de cómo los seres humanos intentamos negar la muerte todo el tiempo; le tememos porque simboliza el final de todo lo que conocemos, la pérdida de control. ¿Y si, en lugar de temerla, la viéramos como una oportunidad para vivir mejor? Imaginar tu propio funeral no tiene que ser únicamente tristeza desbordante, puede ser un ejercicio de reflexión profunda. Así que, mientras leéis esta carta, os invito a hacer lo mismo que yo: pensad en qué os gustaría que pasara el día que vosotros ya no estéis. ¡Si os sirve podéis tener un paquetito de pañuelos al lado, igual se escapa alguna lagrimita! Y está bien.

Yo quiero una fiesta de recuerdos. Cuando llegue el día en que ya no esté, quiero que mi funeral sea un reflejo de lo que fui en vida, fuese corta o larga. No quiero que sea una ceremonia llena de formalidades donde todos estén llorando, vestidos de negro, en silencio. ¿Por qué? Porque así no viví mi vida, y no me gustaría que me despidieran de una manera que no me representa. Quiero que sea un momento donde se llore pero también se ría, se cuenten historias, incluso esas en las que hice alguna tontería. Como cuando intenté cocinar y casi incendio la cocina (bueno, casi…).


¿Y vosotros? ¿Cómo querríais que fuera vuestra muerte y funeral? Pensadlo por un momento. Puede que el motivo de nuestra muerte se escape de nuestro control, pero podemos decidir cómo queremos que sea nuestra despedida. No estoy diciendo que tengáis que escribirlo todo ahora mismo, pero ¿no sería un poco liberador imaginar cómo os gustaría que os recordaran? Irvin Yalom, un psicoterapeuta existencial, dice que enfrentar nuestra propia mortalidad es uno de los mayores actos de valentía, porque nos obliga a pensar en lo que realmente importa. No me gusta mucho eso de “ser valientes” porque suele implicar que también hay “cobardes”, y en esto de vivir no hay valientes ni cobardes… ¡Pero creo que su idea base se entiende!


Si no queréis pensar en los detalles ahora mismo, está bien. Pero sí quiero que os preguntéis: ¿qué os gustaría que las personas recordaran cuando ya no estéis? Tal vez penséis que no habéis hecho “grandes” cosas, pero os aseguro que habéis dejado huellas, y esas huellas importan más de lo que creéis.


Quizás la única conclusión a la que lleguéis es que no sabéis por qué nos da tanto miedo. Enhorabuena, acabáis de hacer un gran descubrimiento pues es uno de los miedos más antiguos que tenemos los humanos. Según la Teoría del Manejo del Terror (para que lo recordéis, las siglas forman la palabra témete: /te/eme/te), lo que nos asusta no es solo dejar de existir, sino también la idea de no haber hecho lo suficiente, de no haber dejado un impacto en el mundo. Este miedo nos impulsa a querer ser recordados de alguna manera. De hecho, muchos de nosotros, consciente o inconscientemente, pasamos gran parte de nuestra vida buscando maneras de dejar un legado, ya sea a través de nuestra familia, el trabajo o nuestras acciones. Creo que lo llaman “fuentes de sentido” pero se me escapa un poco… PSICARA escribió algo anteriormente sobre este tema en “Mi vida es un ‘sinsentido consentido’”, igual os lo explican mejor.


Volviendo al tema… Cuando pienso en mi funeral, quiero que la gente se siente, hable de mí, pero no solo de mis logros, sino también de mis fallos, porque esos también me hicieron quien soy. Y vosotros, ¿habéis pensado en vuestro funeral? Tal vez prefiráis un lugar tranquilo, con flores y música suave o algún tipo de ritual religioso. O tal vez una gran reunión, donde vuestros amigos y familia celebren tu vida con alegría y una gran comilona.

La psicología humanista nos enseña que, al confrontar nuestra muerte, nos conectamos más profundamente con la vida. Así que te invito a seguir reflexionando: ¿cómo os gustaría morir? La psicología existencial, en especial los estudios de Viktor Frankl, nos muestran que lo que más tememos no es la muerte en sí, sino el sufrimiento o la soledad que podría venir con ella (¿voy a morir solo?, ¿va a doler?, ¿cómo va a ser?). La mayoría de nosotros, si pudiéramos elegir, preferiríamos morir rodeados de nuestros seres queridos, en paz y sin dolor. Queremos que nuestro final sea tan digno y tranquilo como sea posible, solo un paso más en el ciclo de la vida.


Papá, mamá, el dolor que sentimos cuando perdemos a alguien es parte del proceso natural del duelo, pero también sabemos que con el tiempo, ese dolor se puede transformar en recuerdos bonitos, en gratitud por lo que compartimos. ¡Eso dice la Teoría del Apego! Cuando penséis en mí, quiero que no os quedéis atrapados en el momento de mi muerte, sino en todo lo que vivimos juntos. Mi psicólogo dice que transcurrir el duelo de manera adaptativa supone encontrar una forma de darle significado a la pérdida, de entender que, aunque la muerte duele en muchos sentidos, no tiene por qué detenernos.


Así que, cuando tengáis que despediros de mí, espero que podáis hacerlo sabiendo que los quiero mucho, y que todo lo que viví con vosotros fue lo más importante para mí. Y cuando penséis en vuestro propio funeral, recordad que también tenéis la oportunidad de decidir cómo queréis ser recordados. La muerte no tiene que ser el final de la conexión, puede ser una nueva manera de recordar y seguir adelante. Porque al final, pensar en la muerte es una forma de vivir más plenamente.


Con mucho amor, vuestro hijo.


Alberto Gracia, psicólogo de PSICARA.

36 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


bottom of page