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EL EQUIPO A

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana os vamos a hablar de…. ¡El Equipo A! ¿La serie de los 80’s? Ya lo sentimos, pero va a ser que no. Nos referimos a una serie de síntomas muy comunes en algunos problemas de salud mental: la apatía, la anhedonia y la abulia.


Antes de empezar, cabe destacar que las definiciones y categorizaciones de estos términos pueden variar según la fuente en la que se consulte. Dicho esto, empecemos por la última: ¿qué es la abulia? Este concepto, a pesar de ser muy amplio, se podría definir como la falta de voluntad, iniciativa, espontaneidad o impulso a distintos niveles (conductual, emocional o pensamientos) sin que pueda ser justificable por algún tipo de “diversidad funcional” que impida su realización. Vamos a tomar a Andrés como ejemplo.


Andrés siempre ha sido un chico muy cinéfilo, deportista y sociable. En sus ratos más “solitarios” le encanta escribir relatos, pensamientos o cualquier otra cosa que le pase por la cabeza. Sin embargo, lleva unos meses que…


¿Tenemos a Andrés en nuestra cabeza? Veamos los dos tipos de abulia que se pueden diferenciar.


Sin embargo, lleva unos meses que ha dejado de escribir, aludiendo que “le da pereza” o que “no tiene ganas”. Además, hace muchos días que no sale a correr ni va al cine... ¡Y porque le invitaron e insistieron sus amigos, que si tuviese que hacerlo sólo aún lo haría menos! A pesar de ello, cuando decide salir, en ocasiones llega a disfrutarlo y se muestra “espontáneo” en las conversaciones.


¿Qué le ocurre a Andrés? En este caso se trataría de una abulia menor, o más comúnmente llamada apatía.


Cuando una persona se encuentra en este estado suele participar en actividades si otras personas las proponen; es decir, no llevan a cabo planes por iniciativa propia independientemente de que las realicen en solitario o con compañía. Es más, pueden llegar a hablar únicamente con respuestas breves y cuando se les habla de forma directa.


Para entender mejor la apatía vamos a desglosarla en cuatro niveles, a pesar de que no deben tomarse como independientes: conductual, cognitivo, emocional y social. En el caso de la apatía conductual se observaría una menor voluntad para iniciar y mantener actividades físicas o de la vida diaria (por ejemplo, deporte o hacer la compra). Por su parte, la apatía cognitiva hace referencia a la reducción de ideas espontáneas, menor curiosidad o menor interés ante la resolución de problemas (por ejemplo, les cuesta más pensar soluciones ante un problema o incluso ni se las plantean). Paralelamente, la apatía emocional engloba desde una reducción de la empatía hasta emociones menos espontáneas o ausencia/disminución de la respuesta emocional (por ejemplo, menor alegría o ausencia de esta ante una buena noticia). Finalmente, si lo que se observa es menos iniciativa a interactuar socialmente se denominaría apatía social (por ejemplo, les cuesta conversar y solo lo hace si le preguntan algo).


Retomemos el caso de Andrés. Hemos dicho que hay dos tipos de abulia, y tenemos ya la abulia menor o apatía… Quienes hayáis intuido que el otro tipo se llama abulia mayor habéis acertado; pero veamos el ejemplo.


Sin embargo, lleva unos meses que ha dejado de comer, no hace ninguna de las actividades que realizaba antes (escribir, deporte, etc.) y hasta le cuesta salir de la cama y moverse por casa. A la hora de hablar, la cosa no mejora: únicamente responde con monosílabos (“si” o “no”, mayormente) si se le pregunta algo.


¿Vemos alguna diferencia con el caso anterior? Probablemente estéis pensando “es más grave” o incluso intuyáis algún problema de trasfondo, pero esta segunda parte la abordaremos más adelante. En cualquier caso, estáis en lo cierto: hablaríamos de abulia mayor.


De acuerdo, hemos visto ya dos de los términos: abulia y apatía. ¿Cuál era el tercero? En el caso ya hemos hecho cierto avance de él al hablar de la apatía: “a pesar de ello, cuando decide salir, en ocasiones llega a disfrutarlo”. La palabra clave es “en ocasiones”.


La anhedonia se puede definir como un estado estable pero reversible en el que la capacidad de sentir placer se ve reducida. Dentro de este placer se puede incluir desde actividades de ocio (por ejemplo, leer) como el mantenimiento de relaciones sexuales. Si volvemos al ejemplo de Andrés que llevamos utilizando todo el artículo…


Andrés observa que, a pesar de seguir saliendo al cine y haciendo deporte con sus amigos, “ya no es lo mismo”. ¡Y de escribir ni hablamos! No disfruta tanto de nada de esto, y lo hace más por “presión” externa. A ello, se le suma que últimamente cuando mantiene sexo con su pareja, el placer es mucho menor, costándole llegar al orgasmo o, en ocasiones, ni llegando.


Ahora que ya conocemos a nuestro “Equipo A” es importante hacer un apunte. Estas características o estados suelen presentarse en algunos problemas de salud mental, destacando la depresión, aunque se puede observar en estrés postraumático, trastorno obsesivo compulsivo, anorexia nerviosa, consumo de sustancias o ciertas demencias.

Algunos estudios optan por indicar que todo este abanico se podría reducir a la depresión, al ser tan comórbida con otros problemas de salud. Sin embargo, la realidad es que la apatía, la anhedonia y la abulia pueden ser “síntomas” de estas patologías, pero también pueden presentarse de forma aislada en población general. Con ello, lo que queremos decir es que la presencia de cualquiera de nuestras “integrantes” del “Equipo A” no conlleva obligatoriamente el padecimiento de un trastorno. Además, no son completamente estables e irreversibles. Aquellas intervenciones dirigidas a aumentar la vivencia de emociones y actividades agradables y deseadas pueden servir para paliar estas sintomatologías, y para ello es recomendable tener un soporte terapéutico detrás.


No olvidemos, las palabras de Amado Nervo, poeta mexicano: “Dime amigo: ¿la vida es triste o soy triste yo? La vida puede ser triste, agradable… pero somos nosotros quienes decidimos cómo queremos vivirla”.



Alberto Gracia, psicólogo de PSICARA





Bibliografía


Chong, T. J. (2020). Definition: Apathy. Cortex, 128, 326-327. doi: https://doi.org/10.1016/j.cortex.2020.04.001


Trostheim, M., Eikemo, M., Meir, R., Hansen, I., Paul, E., Kroll, S. L., … Leknes, S. (2020). Assessment of anhedonia in adults with and without mental illness. A systematic review and meta-analysis. Jama Network Open, 3, e2013233. doi: 10.1001/jamanetworkopen.2020.13233


Hastak, S. M., Gorawara, P. S. y Mishra, N. K. (2005). Abulia: no will, no way. Journal of the Association of Physicians of India, 53, 814-818.

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