Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy hablaremos del amor, en concreto de qué enfoque puede darle la Psicología o la terapia en este campo.
Hablamos hace unos cuantos artículos sobre el amor y la conexión (El amor y la importancia de la conexión), en el que hoy nos atañe vamos a centrarnos en la Terapia Focalizada en las Emociones (TFE), un enfoque utilizado, entre otros, en la terapia de pareja.
Se ha entendido durante años (y todavía es así para algunas personas) que no hay que prestar atención a la experiencia emocional: si un niño llora, no hay que cogerle en brazos, no hay que hacerle caso, escuchando frases como "ya se le pasará" o "si no le haces caso, dejará de llorar, está llamando la atención".
Este niño, igual que los adultos, necesita que se le escuche, se le valide y se tenga en cuenta su mundo emocional. Si no es así puede aprender que lo que siente no es importante, que no es válido, y se queda con la sensación de que no es querido ni tenido en cuenta. Hoy sabemos que los niños tienen necesidad de seguridad, cercanía física y emocional continuadas, y que ignorar esto, conlleva consecuencias en su desarrollo.
La TFE reconoce que estamos emocionalmente unidos a nuestra pareja de forma similar a como un niño lo está a sus figuras de protección para conseguir sustento y consuelo. Pretende estimular, a través de siete conversaciones, la receptividad emocional.
Esta receptividad emocional de la que se habla tiene tres componentes: 1. Disponibilidad: ¿puedo llegar a ti?, que sería estar abierto a tu pareja, esforzarse por comprender las emociones propias para regularlas, y poder así hacer frente a la desconexión y sintonizar con las señales de apego de la pareja. 2. Receptividad: ¿puedo confiar en que me responderás a nivel emocional?, que es hacerle ver a tu pareja que lo que siente, lo que necesita y sus miedos, tienen un impacto en ti, aceptarlas (hay excepciones) y mandar señales de cariño cuando la pareja lo necesita. 3. Involucramiento: ¿puedo saber que me valorarás y estarás a mi lado?. El involucramiento emocional se refiere a la atención especial que prestamos a las personas que son importantes para nosotros: les miramos más, les tocamos más. Se puede entender también como estar emocionalmente presente.
Vamos a ver un resumen de lo que son las siete conversaciones de esta terapia:
Reconociendo los diálogos negativos. Identificar la danza destructiva, cuándo empieza y cómo lo que hace cada persona influye en acrecentar las confrontaciones. Se trata de ver qué hay detrás de los reproches, los comentarios destructivos y las conductas disfuncionales que tienen una con la otra. Lidia exige y ataca a Roberto, él se muestra frío y se pone a la defensiva, entran en bucle y solo hay acusaciones. La idea es que sean capaces de comunicar qué sienten por debajo de todo esto, Lidia puede decir: “Supongo que me pongo hostil porque me siento defraudada, me enfrento a ti para que te des cuenta, para que vuelvas a mi lado pero lo que ocurre es que te alejo. Sé que en esos momentos soy difícil de tratar, al alejarte me altero más y nos estancamos”. Roberto puede darse cuenta de cómo influye su forma de reaccionar ante esto, empezando ambos a ver su patrón de conducta.
Reconociendo los puntos sensibles. Somos vulnerables con las personas que queremos, y las heridas que tenemos de nuestro pasado (infancia, familia, anteriores relaciones, relación actual...) suponen puntos sensibles para nosotros. Roberto y Lidia empiezan a entender sus propias reacciones y las de su pareja y la relación que esto tiene con la seguridad. Se mira más allá de las reacciones inmediatas, en este caso la rabia de Lidia y el distanciamiento de Roberto. Se conecta con las necesidades y miedos del apego. Roberto le dice a su pareja: “tienes razón, en esos momentos solo veo tu rabia, solo oigo que he vuelto a hacer las cosas mal y que he fracasado”. Cuando se está en pareja, se van a tocar los puntos sensibles de ambos, alguno que seguro afecta al ciclo negativo, conocerlos y hablar de ellos es clave para acercarnos a nuestra pareja.
Repasando momentos de desconexión. Consiste en recordar momentos en los que los miembros de la pareja quedaron atascados en un bucle, ver qué hicieron cada uno y las emociones que estuvieron presentes. Con el objetivo de profundizar, dando pie a conversaciones que indaguen en su vínculo emocional, ver cómo hacer frente a estos momentos de desconexión emocional y acercarse a la seguridad, moviéndose en una dirección diferente a la que acostumbraban.
Abrázame fuerte: involucrarse y conectar. Es donde se crea la conexión íntima. Es cuando se está disponible para la pareja, cuando las dos personas pueden hablar de sus necesidades y sus vulnerabilidades de apego. Están emocionalmente involucrados. Para sintonizar como al principio de una relación es importante crear momentos de compromiso y conexión, creando patrones de conducta positivos para acercarse y responder a la pareja.
Primero, se explora y analiza qué se ha activado en cada persona a nivel emocional en las conversaciones anteriores y después se habla con la pareja de manera abierta de las propias necesidades para ver qué cambios pueden hacerse (si es lo que se quiere) para ambos mostrarse disponibles, receptivos e involucrarse.
Perdonar los agravios. En el amor (y en muchas áreas de la vida, casi diría que en todas), los errores son inevitables. Las parejas necesitan conversaciones sanadoras de ciertas características que favorezcan el perdón y el deseo de volver a confiar. Esto comienza cuando el integrante de la pareja que ha sufrido la herida expresa su dolor de forma abierta y sencilla, pasando por que el otro miembro esté atento a nivel emocional y reconozca el dolor de su pareja y la responsabilidad que ha podido tener en el mismo. Reconocer el dolor del otro es muy importante para la seguridad. Entender los daños causados al apego y saber que se puede pedir y aceptar el perdón da fuerza al vínculo, pudiendo ser éste más resistente. Nadie sabe cómo amar, las relaciones hacen daño, pero se puede saber cómo recuperarse y andar juntos.
Vinculándonos a través del contacto. Mantener el contacto físico de forma receptiva, abierta e involucrada contribuye a reforzar la conexión emocional. El vínculo seguro y una sexualidad satisfactoria van de la mano, se potencian mutuamente. La comunicación, como en todas, es clave en esta conversación.
Mantener el amor vivo. Esta conversación se fundamenta en la realidad de que el amor es un proceso continuo de búsqueda y pérdida de la conexión emocional, y de cómo volverla a encontrar. El vínculo hay que cuidarlo. Desde esta terapia se recomiendan muchas formas, entre las que están celebrar los momentos de conexión, marcar momentos de separación y reunión con rituales o crear un relato más resiliente de la relación.
Se hace corto el texto para hablar de esta terapia. Es importante recordar que un amor sano de pareja se construye y se trabaja día tras día, que el amor se hace y se conserva, si es lo que se quiere, y que el cambio empieza por darse cuenta del patrón de conducta para así poder cambiarlo.
Quiero terminar el artículo de hoy con dos referencias al amor. La primera, disfruté hace poco de un concierto de Arde Bogotá, en el que, de forma previa a su canción La Salvación (la cual te recomiendo muchísimo), proclamaron: “Hay que querer mucho a la gente que viaja con nosotros, por si algún día no están a nuestro lado, haberlos disfrutado un montón”.
Esa salvación pueden ser muchas cosas: un atardecer increíble, un gesto bonito, un té caliente en invierno, el mar, disfrutar de la luz del sol…; y también pueden serlo tus amigos y amigas, tu familia, tus compañeros de piso o de trabajo, y siempre siempre, tú mismo o misma.
La otra, estos versos de Leonard Cohen:
“Báilame hasta tu belleza
con un violín en llamas.
Báilame a través del pánico
hasta que me encuentre a salvo.
Elévame como una rama de olivo
y sé mi paloma de vuelta a casa.
Báilame hasta el final del amor”.
Yaiza Senar Gutiérrez, psicóloga de PSICARA.
Bibliografía:
Johnson, S. (2019). Abrázame fuerte. ALBA.
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