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LAS CUESTIONES MENOS TRATADAS DE LA MATERNIDAD

Bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA (Psicología Aragonesa en Acción) abordamos temas y curiosidades relacionadas con la psicología. Esta semana, saliendo un poco de la temática más predominante en estos momentos, dedicaremos este espacio a una cuestión a la que, tal vez, no se le presta tanta atención como se merece: la depresión en el embarazo.


Seguramente hayas escuchado hablar de ello, o lo hayas temido si se hubiera dado el caso, pero ¿te planteabas consultar con los profesionales cómo te encontrabas psicológicamente cuando estabas embarazada? Una de las principales preocupaciones es el bienestar físico tanto de la madre como del bebé, lo cual es muy acertado, pero también hay que dar importancia al impacto emocional que puede suponer el embarazo.


Empecemos por el principio. La propia maternidad supone un gran giro en la vida de las personas, y esto tiene dos vertientes. Por un lado, es indudable la felicidad que conlleva traer una nueva criatura a este mundo, pero también son incuestionables las horas de sueño que te supondrá, las fiebres que te pondrán en alerta, el dejar de trabajar en el pre y post parto, e incluso no tener una vida social tan ajetreada, los cambios físicos que supone, la pérdida de independencia y espacio personal, y a todo esto se le puede sumar la creación de un concepto propio de lo que estimamos qué es ser “buena madre”, que tal vez nos ocasione problemas al llegar a conclusiones como “no estoy a la altura”. Ahora tu tiempo tiene nombre y apellidos, y eso conlleva un estrés totalmente justificado que, en los casos más graves, puede derivar en problemas como depresión y ansiedad, entre otras cosas.


Existe evidencia de que la depresión postparto es más común de lo que realmente se puede llegar a pensar, encontrando una prevalencia del 11.9%, y lo que en muchos casos se ha denominado depresión postparto, en realidad ha podido tener su inicio en el transcurso del embarazo.


Si estos problemas no se tratan a tiempo, con mucha probabilidad pueden repercutir en la salud de los bebes. Y ¿cuáles pueden ser las consecuencias?, pues bien, se ha visto que cuando esto se produce durante el embarazo, existe una relación con un aumento de las complicaciones en el parto, incluyendo un parto prematuro, bajo peso al nacer o preeclampsia, siendo esto último una hipertensión inducida durante el embarazo. En el caso de que sea durante el primer año de posparto, se asocian con resultados pobres en el comportamiento, a nivel cognitivo y emocional del bebé (Sockol, 2015).


Lo que está claro es que los problemas de ansiedad y depresión en mujeres embarazadas no están recibiendo la atención que requieren. En un estudio que se realizó en 2015 se encontró que, de todos los casos de depresión perinatal, solo el 40% eran diagnosticados, de los que el 24% recibían algún tipo de tratamiento, pero tan solo un 10% de las mujeres recibían un tratamiento adecuado.


Todo esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué se puede hacer desde el Sistema Sanitario para mejorar esta situación? Se ha visto que el primer paso, fundamental, es la identificación mediante métodos de cribado y evaluación de las mujeres embarazadas con factores de riesgo, como una historia anterior de ansiedad y depresión, la falta de apoyo familiar o social, embarazo no planificado, etc., que puedan potenciar el desarrollo de este tipo de problemas. Con esto se posibilita la realización de intervenciones preventivas psicosociales que reduzcan la probabilidad de sufrir estos trastornos. También se destaca la importancia de una evaluación del estado emocional a lo largo del embarazo y en los meses posteriores, para así poder identificar síntomas ansiosos y depresivos, llevando a un adecuado tratamiento psicológico con base en la evidencia, para las mujeres que lo necesiten.


La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha hecho eco de esta problemática, y ha publicado una guía para el tratamiento de la depresión perinatal, llamada Thinking Healthy, a manual for psychosocial management of perinatal depression (mhGAP-IG) con la finalidad de tratar este tipo de cuestiones a lo largo de todo el embarazo, llegando hasta el décimo mes del postparto.


Estas medidas reducirían de manera significativa el deterioro y la cronificación de los síntomas y efectos adversos que se dan en el feto y/o bebé como se ha comentado anteriormente. De la misma forma, se consigue mejorar la vivencia del embarazo de cada mujer, así como el vínculo entre madre e hijo, lo que tiene gran relevancia.


Para que se lleve a cabo de una forma adecuada, la instrucción del personal sanitario y la especialización de psicólogos generales sanitarios, psicólogos clínicos y psiquiatras es un punto clave a tener en cuenta. Esto conlleva una elevada inversión económica en la Sanidad Pública, y aun sabiendo lo relevante que es, aun no se ha invertido en ello. Por lo que esta situación ha impulsado a muchos profesionales a investigar posibles soluciones de abordaje mediante la tecnología, con App’s dedicadas a facilitar este proceso y llegar a más mujeres.


También es relevante destacar que este tipo de depresión no solo se da en las madres, sino que se ha encontrado, según la OMS, un porcentaje del 10% de padres que también la padecen. La llegada de un bebé transforma la vida en pareja, y aunque el peso de cambios en la madre es mayor, en el caso de los padres tampoco se queda atrás.


Se ha visto que la manifestación es un tanto diferente en los hombres en comparación con las mujeres, pues la depresión se relaciona con un cuadro de tristeza, mientras que en el caso de la figura paterna se evidencia una agresividad e irritabilidad significativa, preocupación, ansiedad, cambios de humor de manera drástica, falta de energía, irritabilidad y/o desmotivación, etc. siendo las principales causas de depresión el no poder encontrar respuesta ante situaciones estresantes con el bebé y sentirse desplazados.


En cualquier caso, la conclusión es clara: los cuidados del cuerpo son tan relevantes como los cuidados de la mente. Pasar por un proceso de depresión en situaciones como esta no es tan grave si los tratamos a tiempo, por lo que acudir a un profesional de la psicología durante el embarazo como después de dar a luz está más que recomendado. Cuidar a tu hijo también pasa por cuidarte a ti.


Carla Barros Sánchez

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