Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas/es/os de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy vamos a reflexionar de los problemas que sufrimos por internet y el desarrollo tecnológico.
En España a año 2025, parece que estamos pasando por una crisis personal, psicológica y económica debido a las aparentes “facilidades y beneficios” que los smartphones y el desarrollo de internet están provocando sobre todo en la juventud.
Para contextualizar vamos a empezar por describir las principales dificultades por las que una persona no sabe cómo gestionar sus sentimientos y que hace que el sufrimiento se convierta en un problema.
Lo primero que un psicoterapeuta y especialmente si trabaja desde las terapias contextuales, se pregunta ante un paciente es:
¿La persona es capaz de poder sentir, notar y valorar las cosas buenas que tiene?, ¿y las cosas difíciles o aversivas en su vida?
¿Cuánto lucha o escapa de las cosas que no le agradan?
¿La vida a la que aspira está en su control tenerla, es capaz de conseguirla sin sacrificar cosas que también quiere?
¿Alguna vez se ha parado a reflexionar con otras personas la forma que la vida te cambia el rumbo sin tu elegirlo?
Vivimos en momento en la que casi todo el mundo se despierta y lo primero que hace es abrir las aplicaciones de su móvil sin darse cuenta del paso del tiempo. En el mejor de los casos, te es fácil cerrar las apps porque las consecuencias de llegar tarde ganan al gustito de entretenerte calentito/a/e dentro de la cama.
Con lo que la gente se entretenga con su móvil es bastante personal, pero seguro que mayormente, está hecho de reels (videos de máx. 15 segundos muy atractivos y fáciles de consumir) con personas haciendo cosas.Tenemos desde vídeos de perritos, videos de baile, trucos de maquillaje, resumen de productos para la skincare, influencers enseñando su vida o productos que vender a sus seguidores. Hay otro tipos de reels, sobre todo del público al que le atraen las identidades masculinas, habrá videos de tíos sin camiseta, haciendo gestos y poses provocativas que seguramente sean los vídeos que terminen haciendo que una persona acabe buscando excitarse con contenido más explícito aún.
¿Cuánto esfuerzo físico hace una persona en su casa para evitar sentir malestar y permitirse “un descanso” ya sea consumiendo reels provocativos o vídeos de gatitos o perritos? ¿Realmente es el momento adecuado para consumir esas apps respecto a tus objetivos y obligaciones?
Descansar y “parar la cabeza” es sinónimo de coger el móvil y las RRSS. ¿Qué piensa la población que parar es realmente a día de hoy?
Parar es muy fácil si es sinónimo de desconectar de tus sentimientos y de lo que tu cabeza procesa cogiendo un smartphone.
Parar es muy difícil si lo que queremos es dejar de pensar en la gente, cuando hoy he subido 5 stories de trabajo o contando mi vida personal. Estar en el presente no es sencillo si tus clientes o jefes los puedes leer a las 23:00 con un desbloqueo de pantalla. A tu mente no va a parar de buscar soluciones si has leído un problema que tu profesor/a”, "jefe” “encargado/a/e te envía a altas horas.
¿Cómo no va a dejar de disfrutar lo rica que está la comida aquel que tiene el móvil delante al comer?¿Cómo no va a tener dificultades para avanzar o disfrutar en el gym si su cabeza está más presente en lo que el smartphone le ha enseñado que en lo que su cuerpo le está expresando?
¿Quién va a querer elegir preparar sushi casero en vez de pedir un buffet a domicilio por 20 euros, si hacerlo casero requiere tantos pasos como; primero, buscar la información en internet; segundo, hacer la lista de la compra; tercero; buscar un supermercado cerca donde comprar los utensilios; cuarto, cocer el arroz; quinto, cortar los alimentos, sexto; que no se te deshaga el rollo mientras lo cortas…? Y si además tenemos en cuenta todas las veces que te distraerás o harás otras cosas mientras, ¿cuánto esfuerzo supone hacerte una cena rica? Y además no podrás tener toda la variedad de sabores que gastándote 20 euros si tendrías.
¿Quién se para a reflexionar si esos 20 euros son tan valiosos como para invertirlos en una cena?¿Quién se para a abrir sus gastos para ver que si se gasta esos 20 euros está dejando de ahorrar o incluso haciendo que no tenga dinero para comprarse comida la última semana del mes?
“Bueno seguro que si me quedo a cero mi amigo/a/e me los presta y cuando cobre se los devuelvo”
¿Quién se para a elegir esforzarse en invertir tres horas de su tiempo en una cena cuando sin moverte de tu casa, las imágenes del primer trozo en la boca ya te están generando satisfacción?
¿Acaso no es excitante observar el recorrido del repartidor hasta tu casa y el momento de escuchar el timbre sonar?
¿Acaso las personas que tuvieron el primer Iphone de 2008 podían rastrear al repartidor y ver en alta resolución las imágenes de la comida? La respuesta es no.
En 2007 un muy bajo porcentaje de la población comparado con 2025 tenía acceso a un Iphone. El procesador y todas las características tecnológicas no permitían poder rastrear al repartidor, no había dos aplicaciones de reparto que satisfacieran tus deseos y que inconscientemente vaciaran tu bolsillo. En 2008 o años después tampoco existían Netflix, Prime Video o Disney+ para ver desde 6 euros al mes un contenido infinito de películas que te ilusionaran y conmovieran durante horas y mientras sigues vaciando tu bolsillo.
Hasta 2010 no nace Instagram, y tampoco la gente mostraba con tanta intensidad su vida por la app. Y la vida de los demás no era lo primero en lo que pensabas cuando te levantabas.
Y en 2007, un adolescente tampoco podía leer un mensaje de amenaza de un compañero de instituto nada más levantarse. Ni una mujer podía estar recibiendo mensajes y llamadas continuamente de su maltratador.
Pero ya desde hace muchos años, lo último que hacemos al ir a dormir es vivir la vida de otras personas a través de las redes sociales, dejar de invertir el tiempo en parar a sentir nuestro cuerpo, nuestros problemas, nuestras aspiraciones, sueños, objetivos o sufrimiento que nos hacer anclarnos a lo qué es importante.
Podemos pagar para que nos resuman un libro, nos hagan unos resúmenes de una asignatura, nos monten un mueble, nos cosan un botón, te cocinen y envíen tu comida o limpien tu casa, comprar un regalo material en vez de algo personal escrito con tus palabras o hecho con tus manos... Tal vez tenemos todavía que aprender que todo esto seguramente nos hace ser personas más superficiales y materialistas, más caprichosas, torpes y perezosas, más dispuestas a la queja e insatisfechas.
Parar es muy fácil si es sinónimo de desconectar de tus sentimientos y lo que tu cabeza procesa cogiendo un smartphone. Las nuevas tecnologías no son malas por sí mismas, pero en función del uso que hagamos de las mismas o de la función que cumplan en nuestra vida pueden llevarnos a perder de vista de lo importante.
Rubén Somalo Toyas, psicólogo de PSICARA
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