top of page
  • Foto del escritorPSICARA

"ME DECLARO CULPABLE"

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy nos centraremos en esas sensaciones y pensamientos que a veces nos atormentan como: “si lo hubiera hecho de otra forma…”, “esto está ocurriendo porque yo primero he hecho lo otro”, “yo tengo toda la culpa, me merezco todo esto que me pasa…”. Estas frases están relacionadas con el sentimiento de culpa, pero, ¿qué diferencia hay entre culpa y culpa patológica?


La culpa es ese sentimiento que surge cuando cometemos una falta (o eso creemos) hacia nosotros mismos, hacia algo (como puede ser un trabajo) o hacia los demás. El sentimiento de culpa, al igual que cualquier otro, es en principio adaptativo. Ya sabemos que todas las emociones son válidas y funcionales, y vienen a nosotros para decirnos algo. Aunque la vivencia de la culpa sea algo desagradable, es útil, nos ayuda a aprender de nosotros mismos o de situaciones que nos han perjudicado y que no nos gustaría volver a repetir.


La culpa está muy ligada a nuestra conciencia y la moral, por ello, es muy subjetiva. Es decir, para una persona un acto puede no ser relevante y no tener importancia, y para otra ser causa de un gran remordimiento que lleve incluso a la pérdida de una relación familiar, amistad o pareja. Desde el punto de vista de la psicología, no se puede definir qué conductas son “buenas” y qué conductas son “malas”, pero sí conductas que pueden dañar a los demás, aunque después buscando más a fondo encontremos el origen que ha desencadenado esa conducta, ya que incluso la conducta más atroz, puede estar motivada por un pensamiento disfuncional o alterado. Sin embargo, cada persona de forma individual sí puede establecer esa diferenciación según su sistema de valores, distinguiendo entre lo correcto y lo incorrecto. Y cuando rozamos o entramos de pleno, a ese ámbito de lo incorrecto, se producen los remordimientos. Podemos encontrarnos ante una culpa causa-efecto: si hicimos algo de lo que nos arrepentimos; o a la inversa, si no hicimos algo que pensamos que podríamos haber hecho.


¿Qué más sabemos de la culpa? Para conocer mejor este término, debemos saber que sus principales elementos son tres:


- El acto que lo causa, ya sea real o imaginario (¿imaginario? Sí, puede serlo, ¡sigue leyendo!)

- Valoración negativa por parte de la persona que la vive.

- Emoción desagradable generada por esa culpa, que puede ser el remordimiento.


Este sentimiento de culpa nos moviliza a poner en práctica habilidades o desarrollar nuevas herramientas para poder hacerlo de otra forma en la próxima ocasión, es decir, obtenemos un aprendizaje. Se podría decir que se trata de una culpa vista desde la responsabilidad, que nos lleva a un cambio.


Pero… ¿Qué ocurre cuando nos quedamos atrapados en la culpa, sin dirigirnos hacia ningún lado para solventarlo y caemos en un bucle de pensamiento-malestar del que no podemos salir? Posiblemente estemos sufriendo una culpa patológica, y se produce cuando el auto-reproche va más allá y se vuelve castigo.


¿Hay mucha diferencia entre la culpa “normal” y la culpa “patológica”? La verdad es que no. Éstas se diferencian en la frecuencia, intensidad y el malestar continuado con el que se experimentan. La culpa patológica (CP, a partir de ahora) aparece de forma frecuente, intensa, desproporcionada, invasiva… perjudicando de manera clara nuestro funcionamiento habitual y cotidiano (laboral, social, familiar…). La CP se convierte así en un eterno remordimiento retroalimentado que nos paraliza, de forma que no tenemos disponible en ese momento la opción de solventar, modificar y aprender. Solo existe castigo, no hay lugar para el perdón ni comprensión hacia uno mismo.


La CP casi siempre va acompañada de otras como tristeza, vergüenza, ansiedad… provocando un cúmulo de emociones que nos genera tanto malestar que nos dificulta su identificación y por tanto su afrontación. La CP también puede estar presente en multitud de problemas de salud mental como la depresión, trastornos obsesivo-compulsivos, fobias y adicciones… que llevan a la persona a un castigo emocional en el que la auto-recriminación por sentirse así, por lo que le ocurre, por no sentirse o no poder hacer lo que hacen los demás es constante. Dentro de la CP es curioso nombrar a aquellas personas que la sufren debido al simple hecho de tener pensamientos determinados. Sí, el caso de acto imaginario que hemos nombrado más arriba. Hay personas que por el hecho de tener pensamientos que no consideran correctos, sin haberlos llevado a la práctica, se sienten muy culpables y pueden entrar en un bucle pensamiento-malestar muy repetitivo.


¿Y qué podemos poner de nuestra parte para no caer en el sufrimiento de la CP? Los artículos sobre el perdón y el auto-sabotaje que ya hemos publicado en esta misma sección son grandes aliados en los que podéis ahondar. Aun así, proporcionaremos unas breves pinceladas:


- Flexibilizar ideas y pensamientos.

- Culpa VS Responsabilidad.

- Aceptar que podemos cometer errores.

- Expresar la culpa.

- Tener cuidado con las demandas autoimpuestas: “debería…” o “tendría que…”

- Perdonar y reparar el daño (para nosotros mismos también).


No es tarea fácil tras tantos años siendo duros con nosotros mismos, y en muchas ocasiones es necesaria la ayuda de un especialista que nos acompañe en este proceso. No te avergüences por querer ser un poquito más libre, por pedir que alguien te acompañe y te ayude a cortar los nudos que has elaborado tú mismo. No te declares culpable.


“La culpa es como un saco de ladrillos: sólo hay que descargarlo”

Al Pacino – John Milton. El abogado del diablo.



Araceli Cruz Martínez

90 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page