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"¡PERDONA! ¡CON LA MASCARILLA NO TE HABÍA RECONOCIDO!"

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Si has notado que con la mascarilla te cuesta reconocer más de lo normal a las personas que te cruzas, sigue leyendo porque te traemos una curiosidad relacionada con este tema.


El uso de la mascarilla se ha normalizado hasta tal punto, que ahora lo que nos resulta extraño es ver por la calle a alguien sin este nuevo complemento. Sin duda, es un elemento clave para nuestra protección frente a la COVID-19, pero a más de uno le habrá provocado alguna situación incómoda.


“¡Perdona, pero con la mascarilla no te había reconocido!” es una de las frases más populares que nos ha dejado la pandemia. Ya sea una excusa para evitar saludar a alguien o se trate de un despiste de verdad, la realidad es que, debido al uso de las mascarillas, reconocer a las personas que te encuentras por la calle se ha vuelto toda una aventura. Ahora tenemos que mirar durante más tiempo a la otra persona para estar seguros de si se trata de nuestra prima María o de una desconocida.


Obviamente esto es algo temporal (esperemos), y estos problemas desaparecerán cuando se dejen de utilizar las mascarillas, pero ¿te imaginas qué pasaría si esto te ocurriera siempre? Ciertas personas no se lo tienen que imaginar ya que lo viven en sus propias carnes, y se encuentran con serias dificultades para reconocer a las personas de su entorno, fruto de una alteración neuropsicológica conocida como prosopagnosia o ceguera facial o de rostros.


El cerebro tiene la capacidad de reconocer y recordar una gran cantidad de caras, procesando dicha información rápidamente, de tal manera que no tenemos dificultades a la hora de reconocer la cara de un amigo, por ejemplo, entre docenas de personas en una de las calles más transitadas de la ciudad. Sin embargo, las personas con prosopagnosia son incapaces de reconocer rostros familiares y en los casos más graves no pueden ni reconocerse a sí mismas en el espejo.


La mayoría de estas personas, cuando se encuentran con alguien, son conscientes de que lo que están viendo es una cara y son capaces de reconocer los rasgos de manera individual, pero no de interpretarlos en su conjunto. Es decir, aunque identifican los ojos, la nariz o la boca, no pueden procesarlo de manera íntegra, lo que impide que el rostro tenga sentido para ellas. Pero si algo resulta curioso es que, aunque no logran comprender el rostro de las personas que están viendo, sí que son capaces de diferenciar el sexo o la edad de las caras, y lo que resulta más sorprendente, pueden reconocer gestos y expresiones emocionales.


“¿Me estás queriendo decir que ahora tengo prosopagnosia?” No, ni mucho menos, simplemente es una excusa perfecta para conocer un poco más acerca de esta patología y para empatizar con las personas que la presentan, y por qué no, para saber un poquito más sobre Psicología. No te preocupes, porque para desarrollar una prosopagnosia hace falta algo más que una mascarilla.


Si nos centramos en el origen de la prosopagnosia, nos encontramos con que ésta puede ser adquirida y aparecer tras un traumatismo cerebral, a causa de algunas enfermedades degenerativas o cerebrovasculares o como consecuencia de una encefalitis. No obstante, también puede ser congénita, es decir, que se desarrolle desde el nacimiento. Los casos congénitos tienen una particularidad, y es que es más fácil que la persona no sea consciente de su problemática, ya que es posible que desde pequeña haya aprendido a distinguir a las demás por otros detalles, por lo que hay personas que presentan dicha alteración pero no lo saben. ¿Acaso tú alguna vez te habías parado a reflexionar sobre cómo reconoces a alguien?


Entonces, ¿en qué quedamos? ¿las personas con prosopagnosia pueden llegar a distinguir a las personas o no? La respuesta es sencilla: sí. Pueden utilizar otras estrategias para reconocer a las personas, como fijarse en determinados rasgos que les permitan identificar a quien tienen delante como el peinado, el olor, la voz, la forma de la nariz o las cejas, la ropa, la manera de caminar, alguna cicatriz o ciertos complementos como pendientes o gafas. De hecho, el tratamiento normalmente va dirigido a que la persona desarrolle estrategias como estas que le permitan subsanar sus dificultades. Por ejemplo, la persona puede recordar que su vecina Pilar tiene un bulto en la nariz y que Julia, la hermana de ésta, tiene una cicatriz en la ceja, de tal manera que, aunque no reconozca sus rostros cuando los vea, esos pequeños rasgos distintivos le pueden ayudar a saber con quién está subiendo en el ascensor. En realidad, es posible que durante estas semanas tú hayas utilizado, inconscientemente o no, estrategias similares para identificar a personas con las que te has encontrado fortuitamente. Sin embargo, estas herramientas no son infalibles y la persona con prosopagnosia tendrá más probabilidades de equivocarse, ya que es posible encontrar a otra persona que comparta el mismo rasgo que su vecina Pilar, pudiendo llevarle al error.


Esto puede generar grandes problemáticas, sobre todo en las interacciones sociales y en el ámbito laboral. Hay que tener en cuenta que algo que resulta muy fácil para el resto de las personas, para ellas no lo es, y algo aparentemente tan simple como ver una película se torna realmente complicado si no eres capaz de identificar a los personajes. Por ello, esta alteración puede acompañarse de una gran frustración, culpa, vergüenza y ansiedad. Conocer un poco más acerca de esta realidad, nos permite tomar perspectiva sobre las dificultades con las que se pueden encontrar otras personas y acercarnos un poquito más a ellas.


Esta pandemia, entre otras cosas, nos ha cambiado nuestra manera de ver el mundo y de relacionarnos con él. La mascarilla nos seguirá acompañando durante los próximos meses, y seguro que más de una vez saludaremos a un desconocido por error, aunque ojalá todos los errores fuesen tan bonitos como decir “hola” a alguien sin querer.



Javier Ibáñez Vidal



RECURSOS

Vídeos explicativos

Vídeo 1. Prosopagnosia: Ceguera para las caras (4:54)

Vídeo 2. Prosopagnosia, la ceguera de las caras (4:22)


La prosopagnosia en el cine

“El rostro del asesino” de Julien Magnat.


La prosopagnosia en la literatura

“El hombre que confundió a su mujer con un sombrero” de Oliver Sacks.


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