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¿PODEMOS DEJAR DE PENSAR?

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy vamos a reflexionar sobre la cuestión de si podemos parar de pensar y el por qué de su respuesta.


Todas las personas hemos tenido y tenemos pensamientos y preocupaciones que nos llenan la cabeza de ideas, y sin darnos cuenta acaban ocupando gran parte de nuestro día. Tanto es así que incluso nos olvidamos de estar en el momento presente, o como probablemente te hayan dicho alguna vez, “de estar en lo que tienes que estar”. A modo de ejemplo, ¿te ha ocurrido alguna vez que has llegado a casa conduciendo y no sabes cómo? o que te has lavado los dientes y ni siquiera sabes cuánta cantidad de pasta de dientes te has puesto, o cuánto rato has estado cepillándote los dientes. Estos pensamientos o preocupaciones se incrementan cuando estamos realizando tareas automáticas. Pero, ¿puedo quitármelos de la cabeza?


Te voy a proponer un ejercicio para que respondas a la anterior pregunta. Cierra los ojos y, durante 10 segundos trata de imaginarte un elefante rosa. Te animo a visualizarlo. ¿Lo tienes? Vale, ahora deja de pensar en un elefante rosa. ¿Has podido hacerlo? Es probable que la respuesta sea negativa. ¿Por qué?


Cuando se tienen pensamientos constantes sobre un tema que nos preocupa, tendemos a querer desvincularnos de ellos, nos decimos frases como “deja ya de pensar”, “basta”, desearíamos tener un botón con el que desenchufar nuestro cerebro aunque sólo fuera por unos minutos. Lamentablemente no lo tenemos, y con ese deseo de dejar de pensar, lo que ocurre en muchas ocasiones es que se incrementan los pensamientos. Como el caso del elefante rosa, cuando te he pedido que dejases de pensar en él, el resultado no ha sido que hayas podido hacerlo con éxito, sino mucho más alejado de ello, no has podido dejar de pensar en él, incluso la intensidad o frecuencia del pensamiento ha aumentado. ¿Por qué ocurre esto? Es como si los pensamientos se fusionaran contigo y fuera imposible pararlos.


Por tanto, si has intentado detener las preocupaciones y pensamientos y no ha servido, ¿por qué no intentar otras estrategias?

El primer paso es reflexionar sobre cómo reaccionamos a nuestras preocupaciones. En el caso del ejercicio del elefante rosa es probable que lo hayas visualizado como una imagen, pero nuestra mente puede manifestarse en forma de pensamientos, recuerdos, palabras, imágenes, o una combinación de ellos. Depende de cada persona. Esto hace que a veces nos veamos fusionados/as con la información que estamos procesando y la tomemos como algo real.


Parece absurdo pensar que un elefante rosa puede ser de verdad, ¿no? Pero ¿por qué no ocurre lo mismo cuando son nuestros pensamientos? Si son solo meras palabras o imágenes las que se están procesando en nuestra mente. No es algo que nos esté ocurriendo en ese mismo instante y sin embargo, le prestamos más atención. Estamos percibiendo nuestro pensamiento como si fuera una amenaza real, como una orden o como algo importante.


Como has podido observar, no puedes dejar de pensar, pero si puedes tomar perspectiva de ello. Te habrás dado cuenta que es más fácil proponer alguna solución cuando un problema te lo cuenta un familiar o amigo/a, pero se complica cuando te ocurre a tí. Esto es porque lo estás viendo con perspectiva, sin estar fusionado/a con esa preocupación. Por tanto, la siguiente pregunta es, ¿cómo tomar perspectiva de mis propios pensamientos?


Una técnica muy útil es, una vez que hayas reconocido un pensamiento que te merodea por la cabeza, tal como “no sirvo para nada”, “soy un fracaso”, “me pondré nervioso/a y suspenderé”, “que asco de calor hace ahora y tengo que trabajar”, etc. Te propongo cambiar la frase y decirte “he tenido el pensamiento de que”. Es importante que primero observes esos pensamientos que sueles tener y los identifiques. Esto no es tarea fácil porque en muchas ocasiones los tenemos automatizados, pero te animo a intentarlo y dedicarle algo de tiempo. Y, una vez que seas consciente de ello, cambies la frase por “he tenido el pensamiento de que no sirvo para nada”, “he tenido el pensamiento de que soy un fracaso”, “he tenido el pensamiento de que me pondré nervioso/a y suspenderé”, “ he tenido el pensamiento de que asco de calor hace ahora y tengo que trabajar”. De esta forma tomaremos perspectiva de nuestros pensamientos.


Prueba a poner tu mano enfrente de tu cara. ¿Ves algo? ¿Ves más allá? No. Ahora trata de estirar el brazo y poner tu mano enfrente de ti, ¿ves la mano? Si. ¿Ves más allá de la

mano? También. En ambos casos puedes ver tu mano, pero en la segunda situación también puedes observar todo aquello que hay a tu alrededor.


No somos lo que pensamos sino lo que hacemos. No eres un fracasado/a, sino que has tenido el pensamiento de serlo.


Esta técnica es una, pero existen varias para poder desvincularse de nuestros pensamientos, no para dejar de pensar sino para seguir con nuestras acciones mientras estamos teniendo esos pensamientos. Sin necesidad de quedarnos solo con ello.


Es recomendable que, al principio, practiques este ejercicio unas cuantas veces al día. Entre 5 y 10 veces podrían ser suficientes. De esta forma podrás ir viendo resultados, pero se requiere trabajo para tomar perspectiva, porque recuerda que muchas veces se trata de pensamientos automáticos a los que estamos fusionados/as desde hace mucho tiempo.


Igual que le das la mano a otra persona para poder ayudarle, aleja tu mano de ti mismo/a sin necesidad de hacer que desaparezca, para poder ayudarte a ti, para que puedas ver más allá.



Nuria Latorre Latorre, psicóloga de PSICARA

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