top of page

EL CONSUMO DE SUSTANCIAS EN MUJERES

Foto del escritor: PSICARAPSICARA

Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy quiero aprovechar este espacio para dar a conocer y visibilizar lo que hay detrás de una de las realidades más señaladas y estigmatizadas en la problemática del consumo de drogas y las adicciones: el consumo en las mujeres.

 

Para empezar, vamos a echar mano de los datos recogidos en dos de las investigaciones más importantes realizadas en nuestro país por el Plan Nacional sobre Drogas. La ESTUDES mide el consumo de drogas en estudiantes de entre 14 y 18 años. Los resultados de 2023 arrojan que el consumo de todas las drogas ilegales (cannabis, anfetaminas, cocaína, éxtasis…) está más extendido entre los hombres que entre las mujeres. Sin embargo, el consumo de sustancias legales como son el alcohol, el tabaco y los hipnosedantes está más extendido entre las mujeres. La EDADES mide el consumo en población general (de entre 15 y 64 años). Los resultados del 2024 indican que el consumo de todas las sustancias (alcohol, tabaco, cannabis, cocaína, anfetaminas, éxtasis…) está más extendido entre los hombres que entre las mujeres, exceptuando el consumo de los analgésicos opioides e hipnosedantes (con o sin receta médica) en los que la proporción de consumo es mayor en las mujeres (14,7% frente al 9,3%).

 

Obtener estos datos cuantitativos resulta muy interesante, pero importa saber por qué ocurre y qué papel juegan los condicionantes de género en estas diferencias.  A la hora de localizar estas diferencias es importante hacerlo atendiendo a diferentes variables y desde los condicionantes de género que las determinan:

 

Patrón de consumo. Los hombres suelen consumir y mezclar mayor variedad de drogas, estando más dispuestos a probar sustancias nuevas, lo cual parece estar relacionado con los mandatos sociales de asunción de riesgos o evitación de mostrar emociones como formas de afirmar públicamente su masculinidad. Sin embargo, las mujeres adultas consumen más sustancias legales o socialmente aceptadas (hipnosedantes), lo que podría relacionarse con que sus efectos son similares a las cualidades valoradas socialmente (calma, silencio, falta de iniciativa), compatibles con los roles esperados de cuidado, amor o dedicación. Sin embargo, el hecho de que en la adolescencia los consumos de ambos géneros sean más parecidos y las sustancias consumidas más aceptadas socialmente; puede explicarse con que esta etapa evolutiva está marcada por la búsqueda de sensaciones, asunción de riesgos, transgresión y la ruptura de normas. Esto sucede solo con algunos tipos de drogas (las legalizadas o socialmente aceptadas) y en contextos de ocio. 

 

Inicio del consumo. Las amistades son muy influyentes para ambos grupos. El inicio del consumo en las mujeres se da principalmente en compañía de parejas y amistades, más frecuentemente en grupos mixtos. Aquí pueden estar influyendo los mandatos sociales de búsqueda de conexión o aprobación y agrado de otras personas. Sin embargo, en ellos la presencia de la pareja no tiene relevancia y comienzan tanto en grupos mixtos como en grupos masculinos exclusivamente. Es razonable que sea con otros hombres, aquellos que cuestionan o no su masculinidad en función de ciertos ritos de paso y de ciertas demostraciones continuas que les hacen asumir riesgos. Los motivos de inicio en ellas suelen estar relacionados con el mundo emocional y con la necesidad de aprobación y valoración de los demás; mientras que los de ellos suelen estar vinculados con el poder, el riesgo, la desinhibición y la pérdida de control, lo público y situaciones violentas y agresivas.

 

Efectos del consumo. Varían en función de la sustancia consumida y de las cantidades. Las mujeres son más vulnerables físicamente a los efectos de las drogas y manifiestan mayor culpa o vergüenza, provocando con ello otros efectos como mayores índices de estigmatización, rechazo social y exclusión. Los hombres perciben menos el riesgo para todas las sustancias, salvo para los hipnosedantes, lo cual está relacionado con la socialización de género masculina que les invita a minimizar la percepción de los riesgos de forma que les permita asumirlos y realizar demostraciones de su virilidad.

 

Motivos para mantener el consumo y tipo de consumo. El consumo de ellas suele ser, en gran proporción, en un contexto aislado y llevarse en silencio. Los motivos suelen estar relacionados con: la necesidad de evitar o aliviar síntomas derivados del rol de cuidadoras o de compatibilizar el trabajo dentro y fuera del hogar; la carencia de proyectos y espacios propios para la realización personal; la incomunicación y aislamiento; ausencia de reconocimiento y valoración social; violencias machistas. 

 

Imagen social. El consumo en las mujeres es entendido como una desviación y transgresión de rol, cuestiones por la que son doblemente castigadas a nivel social. Cualquier consumo está más penado y estigmatizado, existe mayor vulnerabilidad a una situación de acoso o agresión sexual. Esta imagen empeora todavía más si la mujer es madre. Esta imagen devaluada genera consecuencias psicológicas como una gran culpa por no cumplir las expectativas sociales, un mayor pesimismo, un peor autoconcepto y una menor autoestima; así como silenciamiento o negación del problema, retrasando la solicitud de ayuda. 

 

Relaciones sociales. En relación a la dinámica familiar, la situación de las mujeres drogodependientes es más incomprendida, juzgada y sancionada, lo que genera menores apoyos y menos reacciones de ayuda. En relación a la pareja, ellas tienden, con más frecuencia que ellos, a mantener relaciones, lo que responde al mandato de necesidad de conexión y comunicación. Además, un alto porcentaje de esas relaciones las mantienen con hombres consumidores; sin embargo, es más difícil encontrarnos esto en las parejas de ellos. Esto puede surgir como respuesta al mandato de género dirigido a las mujeres de cuidar a los demás (“rol de salvadora”). La relación con los hijos, las mujeres sufren mayor juicio y presión para que asuman sus funciones de cuidado y mayor castigo en el caso de no llevarlas a cabo de la forma que la sociedad considere adecuadas.

 

Tratamiento. La proporción de mujeres en programas de recuperación es mucho más baja que la de los hombres. Existe una infrarrepresentación de ellas en los estudios y en los centros de tratamiento, no porque ellas no tengan consumos problemáticos, sino por la dificultad para visibilizarlos dado el estigma social y autoestigma. Ellas manifiestan un mayor deterioro físico y mental en el momento que solicitan ayuda porque llegan más tarde. También muestran peores pronósticos en el tratamiento, ya que sienten que deben cumplir con sus responsabilidades familiares y el mandato de conexión y pertenencia. 

 

Por último, cabe destacar el elevado número de mujeres usuarias de sustancias que han sido víctimas de violencia de género. Estos consumos pueden ser antecedentes y/o consecuentes de las violencias. 

 

Conocemos el efecto devastador que tiene el consumo problemático de sustancias en la vida de las personas, así como la influencia que los mandatos de género ejercen sobre los mismos. Por todo ello, resulta de gran importancia trabajar desde espacios que se esfuercen por llegar a la mayor parte de las personas incorporando sus diferencias y especificidades, acompañando a cada persona desde su realidad única, compleja y diversa. 


Y para acabar, me gustaría regalaros el testimonio de Lola, una usuaria de Proyecto Hombre Granada que habla de su adicción al alcohol una vez jubilada: 


“Cuando mi familia me vio en unas condiciones que no debía estar, me dijeron que tenía que buscar ayuda. Bebía detrás de ellos, a escondidas. En dos horas por la tarde me bebía una botella de vodka, yo solita… Sentía que me encontraba mejor, no me encontraba sola… [...] Yo pienso que estamos muy acostumbrados a que el hombre beba de siempre y no nos damos cuenta, quizá, que la mujer empieza más tarde cuando hayan pasado cincuenta mil historias, de criar a los hijos y todo eso, y es cuando ya los hijos se independizan y entonces es cuando viene la soledad de la mujer. [...]”


Jessica Esteban Arenas, psicóloga de PSICARA

 

Referencias bibliográficas:


Arostegui, E., y Martínez-Redondo, P. (2018). Mujeres y drogas: Manual para la prevención de recaídas con perspectiva de género. Deusto Publicaciones.


Bernal, A. (1 de octubre de 2018). La invisibilidad de las mujeres con adicciones. Público. https://www.publico.es/sociedad/invisibilidad-mujeres-adicciones.html 


Cantos, R., Altell, G., Tudela, M., Martínez, P., González, I., y Romero, V. (2016). Hombres, Mujeres y Drogodependencias. Explicación social de las diferencias de género en el consumo problemático de drogas. Fundación Atenea. 


Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD). (2024). Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES). https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/pdf/2024_Informe_EDADES.pdf 


Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD). (2023). Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES). https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/encuestas_ESTUDES.htm 

 

Martínez-Redondo, P., y Luján-Acevedo, F. (2020). Hombres y adicciones. Intervención desde perspectiva de género. Red de Atención a las Adicciones-UNAD.


Proyecto Hombre Granada (26 de enero de 2021). Radio Gaga 4X03: Adicciones [Archivo de vídeo]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=2UxEoHhCS5Q&t=2569s 

 
 
 

Comments


bottom of page