"NO ESTÁ BIEN SENTIRME ASÍ": LA INVALIDACIÓN DE LA RABIA
- PSICARA
- 2 abr
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Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta vez hablaremos sobre la rabia, una de las emociones que tendemos a invalidar.
Hace unos años Silvia vivió una situación de traición con una amiga. Lo que más le dolió no fue el hecho en sí, sino en que esta no fuera capaz de reconocer que había cometido un error. Desde ese momento, aunque sigue teniendo relación con ella, refiere que le resulta imposible sentirse como antes de lo ocurrido, pues “hay algo que se lo impide”.
Trabajando en sesión con Silvia detectamos que dos de las emociones que siente respecto a este hecho es tristeza y rabia, sin embargo, no era capaz de detectar que sentía rabia hasta que no lo trabajamos en sesión. Cuando ella pensaba en esto sentía una tristeza intensa, siendo incapaz de ver la rabia que se activaba debido al prejuicio y la invalidación que había aprendido a tener hacia esta emoción. ¿Por qué en ocasiones tendemos a invalidar y ocultar ciertas emociones?
Las emociones son una respuesta psicofisiológica natural que todos los seres humanos y animales tenemos. Se activan ante la presencia de ciertos estímulos y su función es darnos información para poder responder de una manera adaptativa, protegernos y garantizar la supervivencia. Tendemos a categorizar las emociones como agradables y desagradables, sin embargo, aunque nos sintamos más cómodos teniendo unas emociones en lugar de otras, todas resultan adaptativas y son necesarias.
La rabia sería una de las emociones que tendemos a percibir como “desagradable” debido a las sensaciones fisiológicas que se activan en nuestro cuerpo (tensión en frente, mandíbula y manos, sensación de calor, el corazón late más rápido, etc.), los pensamientos y la respuesta conductual que tienden a asociarse con ella. En algunas situaciones podemos “dejarnos llevar por la emoción” y acabar teniendo conductas inapropiadas como pueden ser las agresiones físicas o verbales.
En muchas ocasiones asociamos la emoción con la conducta disruptiva, llevándonos a invalidarla: “no tienes motivos para sentirte así”, “no está bien tener rabia”, “pero si es una tontería”, “venga va, relájate y déjalo estar”. Si bien es cierto que las sensaciones corporales desagradables y la tendencia a asociar la rabia con conductas inapropiadas tienden a llevarnos al rechazo y a la invalidación de la emoción, esto no significa que esta tendencia sea el modo adecuado de responder. Como antes hemos comentado, todas las emociones son adaptativas, validas y cumplen una función.
La rabia se activa cuando percibimos una situación de amenaza o peligro, pues su función es alertarnos y prepararnos para actuar ya sea protegiendo nuestros derechos, valores personales, estableciendo límites o defendiéndonos de una agresión externa. Las sensaciones corporales que se activa, a pesar de ser sensaciones desagradables, cumplen la función de movilizarnos y actuar, son estas las que nos impulsan a marcar límites y hacernos respetar. El problema, por tanto, no se encontraría en la emoción y las sensaciones corporales que se activan, sino más bien en la conducta que llevamos a cabo. La emoción es válida, aunque quizás los medios que tomamos para hacernos respetar no lo son tanto.
Es importante que aprendamos a gestionar la rabia de una manera adaptativa y saludable. Si el objetivo de la rabia es protegernos tenemos que aprender a verbalizar esto desde el respeto y no desde el ataque o la agresión, o desde la represión de la emoción. Se ha visto que cuando verbalizamos y nos defendemos desde el respeto y la comunicación, sin dañar al resto, nos sentimos liberados y es más probable que nuestros derechos se respeten. Entonces… ¿cómo puedo aprender a gestionar la rabia de una manera más sana?
En primer lugar, tenemos que aprender a detectar, validar y dejar de ocultar dicha emoción (como le ocurre a Silvia), negarla y reprimirla nos puede llevar a que aumente de intensidad. Al ser conscientes de la emoción, podemos ser capaces de analizarla y comprender por qué motivo se está activando, es decir, qué me ha hecho daño. Una vez analizada, es importante detectar la intensidad de la rabia, pues si es muy intensa es más probable que me deje llevar por ella y lleve a cabo una conducta que no quería. Por último, será necesario regularla para poder comunicar aquello que me ha hecho sentirme así, esto es lo que me ayudará a marcar límites y ser respetada, sin sentirme culpable por ello.
El bienestar emocional no se trata solo de experimentar emociones agradables, sino también reconocer y gestionar las emociones que nos resultan desagradables.
Miriam Pitarch Rambla, psicóloga de PSICARA.
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