Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Esta semana hablaremos de lo que implica ser una persona cuidadora de una persona mayor.
Voy a empezar contándote unas cifras bastante sorprendentes: a nivel mundial, existen 700 millones de personas de más de 60 años, y se estima que en el año 2050 la cifra ascienda a 2,000 millones de personas mayores. Si ahora nos paramos a pensar, ¿cuántos/as cuidadores/as de personas mayores serán necesarias para abarcar toda la población envejecida?
Está claro que asumir el rol de cuidador/a de un familiar mayor o dedicarse profesionalmente a ello puede tener un riesgo: tu vida puede cambiar apareciendo una carga severa y un desgaste físico y emocional. El hombre o mujer que asume el papel de cuidador/a informal se suele enfrentar a situaciones que no conoce, siendo posible que experimente temor, ansiedad o estrés, porque es posible que su vida cotidiana se vea perturbada y quizás le origine sensación de alta carga emocional, además de no saber la duración de ese cuidado. ¿Quién no conoce a alguien que está agotado/a de su rol de cuidador/a? Este desgaste está modulado por múltiples variables como el parentesco, la edad, si existe una enfermedad física o una demencia, el grado de ésta, el apoyo externo, las ayudas económicas y sociales que recibe o las características propias de la persona, entre otras cosas. Aun así, podemos afirmar que la tarea de ser cuidador/a puede suponer un reto y conlleva una alta implicación emocional.
Partiendo de esta afirmación, podemos “abrir otro melón” importante en nuestra sociedad: el rol de cuidador suele recaer en las mujeres. Históricamente, se ha responsabilizado a la mujer de proporcionar los cuidados, en algunas ocasiones, sin estar capacitadas para ello y sin recibir remuneración económica ni el apoyo necesario del entorno familiar. Las diferencias de género en el ámbito de los cuidados están muy presentes, lo que supone una barrera más para el cambio social a favor de la igualdad. Además, se produce un fenómeno que podría caracterizarse como “generalización de los cuidados”, puesto que la persona que ejerce el rol de cuidadora, suele generalizarlo también a otros ámbitos, como el cuidado de los hijos o el hogar, suponiendo un estrés añadido a sus tareas diarias. Por lo que, las mujeres están más expuestas a sufrir el síndrome de estar quemado o síndrome de burnout, debido a la doble carga de trabajo que realizan.
¿Qué implica el síndrome de burnout?
Hace referencia a cuando la sobrecarga a la que se encuentran expuestas estas personas cuidadoras sobrepasa a sus recursos. Pero ¿cómo podemos identificarlo?
Algunos estudios nos dicen que:
- La mayoría (84%) cambiaron su vida anterior y se sentían rebasados/as.
- Un 66% cambiaron su proyecto de vida.
- Su satisfacción con la vida disminuía a medida que aumentaba el nivel de carga del cuidado.
- Un 40% tenía insomnio.
- Un 76% consideraban que cuidar al anciano/a les exigía esfuerzo físico drástico.
- Un 64% confesaba que se sentía tenso/a, nervioso/a e inquieto/a, experimentando niveles más altos de ansiedad y depresión.
Resulta evidente que el estado físico y psicológico de las personas cuidadoras repercute de forma directa tanto en su calidad de vida como en la manera en la que desempeñan los cuidados. ¿Parece lógico no? Por ello es fundamental cuidar también a las personas que cuidan de las demás.
Por ello, desde PSICARA, estamos llevando a cabo un proyecto llamado “¿Quién cuida a quien nos cuida?”, siendo este un servicio de apoyo, orientación y atención psicológica a personas cuidadoras de personas mayores. Es gratuito, financiado por el Gobierno de Aragón y está dirigido tanto a cuidadores formales (profesionales) como informales (familia) de la provincia de Teruel. Si quieres saber más o estás interesado/a puedes mandar un correo a quiencuida.psicara@gmail.com, estaremos encantadas de leerte y ayudarte.
Para finalizar, me gustaría mandar un guiño especial a las compañeras de Acompañando Teruel por su bonita labor luchando contra la soledad no deseada, una problemática que toca de cerca al colectivo de las personas mayores.
También querría mandar un abrazo enorme a todas esas personas cuidadoras, tanto formales como informales, no solo de personas mayores, sino también a cuidadoras por enfermedad crónica, por invalidez, por discapacidad física, intelectual, etc. y que empecemos a valorar el impacto físico y psicológico que produce el ser cuidador/a principal de personas dependientes.
Mejoremos la calidad de vida de las personas mayores y de sus cuidadores/as.
Noelia Ferrer Ber, psicóloga de PSICARA
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